
Los pasos endemoniados marcaron la noche de anoche, su consecuencia? Una pérdida importante de dignidad y por supuesto un dolor muscular correspondiente a dos horas de clase de tae-bo. Pero reza el dicho, “si te gusta el durazno, aguantate la pelusa” no?-
Dicho y hecho, amanecí casi renga y famélica!. Mientras mantenía una amena conversación con mi amiga del alma escuché propuestas acerca de mi menú. Un omelette me sugirieron… el dilema estaba en cuántos huevos iba a ponerle. Problemas de colesterol no tengo y como es casi lo único animal q como le puse 4. Queso y champignones animaron la receta. Y una sana guarnición de ensalada de tomate tal como manda el Dr. Alberto Cormillot.
Los pulsos del teléfono seguían corriendo… y los cuentos de la noche también… ellos serían quienes me acompañarían en la empresa de comer mi omelette.
Paralelamente prendí mi pc. Mi casilla de correo electrónico por lo gral esta menos convocada q la agenda de Ana Maria Giunta, pero siempre es bueno dejarle paso al azar, quizás encontraba algún spam… o alguna invitación a un extraño local bailable.
Mientras ingresaba mi ultra secreta palabra clave fue cuando pasó…Un coma ovíparo me atacó por sorpresa, no tuve opción… no…. Tuve q agarrar mi cartera, ponerme las zapatillas y desempolvar el monopatín. No tendría tiempo de buscar los accesorios de seguridad. Pero debía hacerlo. Un coma ovíparo no era lo mismo acompañado por una paleta rota. Casco y rodilleras estaban en su lugar y así emprendí el viaje a la guardia del alemán… el diagnóstico? Alta ingesta de proteína.
La suerte siempre esta de mi lado, exceptuando hoy. El médico contaba con una agradable apariencia física y yo a esa altura con un par de plumas y cresta.
No había remedio, era irreversible lo q estaba pasando. Miré mis manos, tenía más uñas… algo colorado colgaba de mi pera! Mi piel se cubría de pelaje animal… desenfrenadas ganas de comer alpiste.. Esto era el final… sólo quedaba la resignación de volver a casa, cuando recordé la motivadora frase “hoy todavía no terminó”.
Y heme aquí… peinando mis blancas plumas para salir y entrando a la edad del pavo a los 23.
Dicho y hecho, amanecí casi renga y famélica!. Mientras mantenía una amena conversación con mi amiga del alma escuché propuestas acerca de mi menú. Un omelette me sugirieron… el dilema estaba en cuántos huevos iba a ponerle. Problemas de colesterol no tengo y como es casi lo único animal q como le puse 4. Queso y champignones animaron la receta. Y una sana guarnición de ensalada de tomate tal como manda el Dr. Alberto Cormillot.
Los pulsos del teléfono seguían corriendo… y los cuentos de la noche también… ellos serían quienes me acompañarían en la empresa de comer mi omelette.
Paralelamente prendí mi pc. Mi casilla de correo electrónico por lo gral esta menos convocada q la agenda de Ana Maria Giunta, pero siempre es bueno dejarle paso al azar, quizás encontraba algún spam… o alguna invitación a un extraño local bailable.
Mientras ingresaba mi ultra secreta palabra clave fue cuando pasó…Un coma ovíparo me atacó por sorpresa, no tuve opción… no…. Tuve q agarrar mi cartera, ponerme las zapatillas y desempolvar el monopatín. No tendría tiempo de buscar los accesorios de seguridad. Pero debía hacerlo. Un coma ovíparo no era lo mismo acompañado por una paleta rota. Casco y rodilleras estaban en su lugar y así emprendí el viaje a la guardia del alemán… el diagnóstico? Alta ingesta de proteína.
La suerte siempre esta de mi lado, exceptuando hoy. El médico contaba con una agradable apariencia física y yo a esa altura con un par de plumas y cresta.
No había remedio, era irreversible lo q estaba pasando. Miré mis manos, tenía más uñas… algo colorado colgaba de mi pera! Mi piel se cubría de pelaje animal… desenfrenadas ganas de comer alpiste.. Esto era el final… sólo quedaba la resignación de volver a casa, cuando recordé la motivadora frase “hoy todavía no terminó”.
Y heme aquí… peinando mis blancas plumas para salir y entrando a la edad del pavo a los 23.