
Hoy retome oficialmente ell 37/
Tenía que ir a la facultad, pero tenía que ir sola, por lo que no estaba motorizada.
Fue más fuerte que yo, decidí hacer la ida en un taxi.
Fue como viajar con un ruiseñor, una radio milonguera animaba el viaje y también sus silbidos, distractores, tanto, que evitaron que me diera cuenta que me estaba vuelteando solo cuando llegué a Belgrano. Traté de no perturbarme. Seguí el viaje con la adrenalina que me produce ir contra reloj.
Llegué.
Corregí.
Y ahora venia lo peor. La azarosa misión de viajar en el 37, el odio que me producen los que se van acercando a la parada como hormigas al azúcar, sabiendo que quizás uno de ellos sea el que se quede con el último asiento disponible.
Hice cálculos mentales y sentarme dependía del colectivo que viniera. Preferentemente tenia que ser un modelo antiguo.
Pero no fue así y tampoco exacto mi cálculo mental. Logré mi cometido y cerca de la puerta!.
Tenía una buena perspectiva y una agradable mujer de compañera, quien comía tímidamente galletitas club social. Me resultó amigable… hasta que cerca de Palermo vi que introducía una uña en su boca y parecía recuperar media galleta.
Ahí fue cuando note que miles de migas decoraban su barbilla.
Luego puse atención en el “siempre menos concurrido sector delantero del colectivo”. Sector que habla de personas poco ansiosas. Sentí una amenazante mirada sobre mí. Eran unos celestes, y enormes, y saltones, y psicóticos ojos que me observaban, al cruzarse las miradas no pude evitar hacer una mueca de risa… era por demás peculiar el personaje, era un geniecillo que de seguro venia del centro de astronomía y física del espacio, ubicado en la entrada de Ciudad Universitaria. Vi cuando no pudo ocultar su curiosa obsesión. Olía las páginas de un libro viejo, primero el lomo, luego abierto. Pude ver como se deleitaba con el añejo aroma.
Dejé de mirarlo en el momento que alguien se empezó a mensajera por teléfono con exactamente el mismo ringtone que el mío. Como una vieja q recién tiene celular, revolví mi cartera aproximadamente 18 veces en falso.
Mientras maldecía a semejante impostor fue cuando vi mi punto de referencia, el que me indica el ultimo segundo que tengo para lanzarme sobre el timbre de salida… bajé y en aquel descenso deje atrás a quienes fueron parte de mi cabeza durante 40 minutos…